Según los datos ofrecidos por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, a día de hoy el 20% de la población adulta en España padece obesidad. Sin embargo, tal y como específica la SEEO: “sólo el 17,8% de las personas estudiadas reconoció padecer la enfermedad, mientras que la mayoría pensaba que tenía un exceso de peso moderado”.
Es importante destacar que, aparte de las complicaciones de salud que puede acarrear el padecer obesidad: hipertensión, diabetes, problemas cardíacos…, ésta también puede provocar dificultades en el ámbito sexual.
En lo que respecta al deseo sexual, la obesidad tiene como consecuencia un descenso en la testosterona del hombre, la cual repercute directamente en la libido y en el deseo sexual disminuyéndolos. Por otro lado, la obesidad puede provocar problemas circulatorios, obstruyendo los vasos sanguíneos. A consecuencia de esto, la calidad de la erección se ve afectada, no sólo por el descenso hormonal, sino también por la obstrucción de las venas y arterias, ya que tener una correcta erección depende, entre otras cosas, de una correcta circulación de sangre. De esta manera se pueden llegar a producir episodios de disfunción eréctil con una mayor frecuencia.
Además de los problemas físicos, la obesidad trae consigo problemas psíquicos que también afectan a las relaciones sexuales. El hecho de vernos menos atractivos también influye en el deseo sexual negativamente.
Nuestro estilo de vida influye notablemente en nuestro rendimiento sexual, por lo que es muy importante seguir hábitos de vida saludables.
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