La disfunción eréctil se define como la incapacidad del hombre para lograr y mantener la erección el tiempo necesario para que se produzca la penetración, logrando una relación sexual insatisfactoria tanto para él como para su pareja.
En lo que respecta a los porcentajes, un 50% de la población masculina puede llegar a padecer algún episodio de disfunción eréctil a lo largo de su vida. De ese 50%, tan sólo el 30% de los casos obedecen a algún tipo de disfunción física; frente al 70% restante, el cual está relacionado con cuestiones psicológicas. Independientemente del motivo que ocasione la disfunción eréctil, lo cierto es que tiene consecuencias psicológicas tanto para el hombre como para la propia pareja.
Durante siglos, la virilidad del hombre ha girado en torno a los genitales masculinos, por lo que a la hora de satisfacer sexualmente a su pareja, los hombres cuentan con un estrés extra fomentado a nivel social; ya que, si no cumplen con lo que sexualmente se espera de ellos, su hombría y masculinidad puede verse cuestionada. Esta angustia, sumada al propio malestar que se ocasiona en la pareja, pueden fomentar la aparición de pensamientos como: ¿me volverá a pasar?, ¿estaré haciéndolo bien?, si vuelve a ocurrirme, ¿qué pensará ella o él?, ¿no soy lo suficientemente hombre? Estos pensamientos pueden fomentar que se vuelvan a producir episodios de disfunción eréctil de forma consecutiva, por lo que la psicología juega un papel fundamental en la disfunción eréctil.
Entre los motivos físicos que pueden producir episodios de disfunción eréctil encontramos:
Por su parte, en lo que respecta a las causas psicológicas, hay que destacar:
A día de hoy existen una gran variedad de opciones para tratar la disfunción eréctil, pero el primer paso es aceptar la situación y acudir, preferiblemente con tu pareja, a tu médico para que él te aconseje la mejor opción teniendo en cuenta las características individuales de cada uno.
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